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“EL VÍNCULO EN LA PRIMERA INFANCIA” cuando los cuerpos cuentan...

Tengo que agradecer al equipo… que me convidaran para poder realizar esta comunicación, de la que espero poder estar a la altura en relación a las expectativas del CDIAP(equipo interdisciplinar) al que represento y más específicamente al colectivo de psicomotricistas del CDIAP; intervención que realizo y me realiza como persona.

Mis compañeras me han dado vía libre para hablar sobre los vínculos, hecho que agradezco nuevamente y me obliga a la vez a sintetizar ¿De qué vínculo quiero hablar?

¿Del vínculo entre los miembros del CDIAP?

¿Del vínculo madre-hijo?

¿Del vínculo terapéutico?

En realidad, todos están ligados, todos están vinculados.

Quizá indirectamente hablaré de todos un poco.. porque para todas nosotras es más fácil reconocer que desarrollarse, pertenecer y crecer en un ambiente cordial, seguro y acompañado es más posible y placentero.

Me dispuse, como es común en mí, a buscar el significado en el diccionario, que dice:

vocablo que proviene del latín «vincŭlum», que significa atadura, lazo; algo que ata o une, ya sea de forma física o simbólicahace referencia a una atadura, adherencia, agregación, fusión, trabazón, cohesión, nexo, empalme o articulación de una persona o elemento con otro.”

Lo que está claro es que para que exista un vínculo debe haber al menos dos partes, dos agentes que se unan. Incluso con objetos o conceptos más abstractos.

Desde el CDIAP nos ocupamos, entre otras funciones, de cuidar y garantizar el bienestar del niño y su familia, pero la llegada de una familia al CDIAP es muy variable: algunas lo hacen con esperanza, otras con miedo, otras con disgusto o enfado… Como también son múltiples los modelos familiares que recibimos, las complejas situaciones laborales, las variadas culturas y religiones, y la salud mental de los cuidadores. Todo ello nos obliga a estar disponibles a escuchar, comprender, respetar el momento de cada familia.

Todos los hechos humanos, incluso los más simples, están marcados por interacciones: sociales, biológicas, afectivas, cognitivas, procesos intersubjetivos… que los van caracterizando. Como psicomotricistas buscamos e incidimos en el desarrollo global de la persona, y situamos sus manifestaciones corporales en el centro de su vida afectiva y psíquica. Consideramos el cuerpo como punto de partida de las experiencias sensorio motrices, emocionales, afectivas cognitivas y relacionales.

Al nacer, tenemos un cuerpo. Un cuerpo inicialmente inacabado, incompleto, un cuerpo con huellas, ritmos, vibraciones, experiencias cutáneas, un cuerpo que se irá haciendo, (y de aquí lo de incompleto) en la relación, en la historia vincular  (S.López junio 2022)

Cuando nacemos aparecen sensaciones placenteras y displacenteras que percibimos con nuestro cuerpo. Y son sólo sensaciones (sensaciones arcaicas que constituyen la base de sus representaciones inconscientes).

Estas dejarán huellas inscritas en nuestro cuerpo de momento confusas; es a través de las relaciones y respuestas que obtengamos de las personas de nuestro entorno que estas “sensaciones primeras” se conviertan en lo que llamamos “la memoria originaria”. Conformada por sensaciones y experiencias pulsionales vívidas durante el período de indiferenciación.

Es por lo tanto el cuerpo el primer lugar de simbolización de una historia de relación que permitirá al niño ir estructurando su psiquismo. Las huellas guardadas en la piel a través del contacto, del sostén, la contención y la envoltura se pondrán de manifiesto en su tono, sus apoyos, su eje, su equilibrio, su mirada, su envoltura, su apertura al entorno, su sonrisa, su ritmo, su curiosidad y su deseo.

Las personas organizamos las satisfacciones corporales a través de órganos y funciones: a través de los sentidos, a través del sostén, a través de los registros que quedan inscriptos en cada piel.

Cada uno de nosotros se ha ido construyendo en función de sus vínculos y de la satisfacción de sus necesidades.

Y aquí me detendré para adentrarme en la importancia del juego en las relaciones vinculares, en la construcción corporal y psíquica de cada uno de nosotros.

Imaginar una secuencia de los primeros cuidados tal como un cambio de pañales o la alimentación. La voz, las sensaciones táctiles, los sonidos del entorno, el reflejo de luz y el olor.

La mirada es borrosa, poco diferenciada de los múltiples estímulos del ambiente que entran al mismo tiempo, múltiples canales sensoriales entremezclados con pequeños instantes de mirada fugaz entre la madre y el bebe, momentos primarios y únicos en los que los ojos se pueden abrir y se puede fijar la mirada en el otro.

¿Quién no recuerda haber visto, incluso dormidos, a un bebe sonreír? Sabemos que esta sonrisa inicial es una sonrisa refleja; sin embargo este esbozo es visto por la madre y despierta, seguramente en ella, otra sonrisa y se crea así una circularidad emocional, una transmisión, un contagio emocional. Hoy constatado a través de las neuronas espejo que sabemos pueden entrar en resonancia con el otro, imitando por ejemplo un movimiento desconocido. Experiencias primeras del niño que llega al mundo.

Hoy que nos invaden múltiples corrientes sobre el cuidado, la crianza, la alimentación, el sueño, la autonomía, el movimiento libre… podemos afirmar que la acción, no es solo el movimiento, es acción que se genera frente a otro, es un sujeto poniendo en práctica ese cuerpo que se relaciona con otro sujeto. Es algo compartido, donde la mirada de uno se encuentra con la mirada del otro, donde el niño se sostiene, por la palabra del otro y se organiza como un lenguaje, una lengua, donde lo importante es el cómo se dice y no el qué se dice. Todos necesitamos de una envoltura que dará origen a la construcción inteligente.

Para que estas experiencias enriquecedoras existan, necesitan compañía, motivación, un adulto que propicie y facilite la curiosidad, una figura vincular estable que alimente la confianza… Todos necesitamos de la presencia, del contacto, del afecto pero un infante aún más.

Necesitan de un adulto que los mentalice. Necesitan de un adulto como espejo de placer (B. Acouturier).

Cuando el adulto se ofrece como un espejo flexible el niño tiene la posibilidad de organizar una personalidad de múltiples formas permitiéndole una organización tónico-emocional sensible y armoniosa. Conectándolo con sus propias emociones

“La armonía en el niño y en todas las personas tiene profunda relación con los espejos con los que se ha ido encontrando a lo largo del camino.”

En síntesis y por decir una frase de ejemplo sería: yo te quiero, te digo que te quiero y te hago sentir que te quiero.

Si pensamos en la historia de una persona, en esta ocasión un infante, hablamos de una historia de relación, de vínculos que se representan, se simbolizan y es lo que les permite una separación segura sin que esos vínculos se rompan.

Por esto es tan importante observar y entender la manera en la que los infantes canalizan los impulsos, expresan emociones, muestran su impulso vital, expresan placer y displacer a través de acciones espontáneas, posturas, gestos que nos cuentan sobre su facilidad o dificultad para resolver los conflictos vitales para su crecimiento.

En ocasiones hay dificultades que se ponen de manifiesto, dificultades con el propio cuerpo expresadas de maneras muy distintas: explosiones de emoción, estereotipias corporales o la búsqueda de lugares en los que sentir los límites e incluso, contenerse.

La ausencia de construcción del cuerpo, de su imagen corporal, la falta de registro de satisfacción nos deja sin límites, sin diferenciación entre el adentro- afuera.

De aquí la importancia de jugar, de compartir las secuencias lúdicas.

En las primeras etapas de vida el cuerpo para el niño es el motor y también el objeto de juego.

El cuerpo como algo que me diferencia de otros cuerpos y también me identifica con algún otro; juegos que siempre o casi siempre se hacen en compañía de otro, que perfile una acción modeladoraDe aquí que se irá construyendo.

Juegos que no pasan de moda e incluso diría no tienen nacionalidad, sí que varían de nombre: cucu-tat por ejemplo (investir la ausencia como algo placentero). Juegos de sostén en los que el cuerpo del adulto es el sostén del niño y el niño se separa de ese cuerpo brevemente y eventualmente vuelve a él (el contacto y la separación). Juegos de ocultamiento o del cuerpo escondido, la falta de referencia visual (desaparecer). Juego de persecución el niño es perseguido por un adulto de confianza que se protege en un refugio (adulto de confianza ) el niño confía en que nada malo le va a suceder.

Lo primordial para favorecer la vinculación será hacernos presentes en la vida del niño o niña y de la familia conseguir la empatía necesaria para facilitar el encuentro, procurando relaciones placenteras, de forma que primeramente nos reconozca como compañeros de juego y luego nos busque para jugar. Sin forzar el contacto, pero siendo muy disponibles para que esto ocurra.

En terapia y más específicamente en “terapia psicomotriz”, partimos de nuestra disponibilidad corporal (con una formación específica) para favorecer su vinculación y evolución a partir de experiencias placenteras y ayudarles a la diferenciación del dentro y del fuera, las situaciones agradables/desagradables…

¿Pero cómo se entra en relación? ¿Qué elementos de la expresividad motriz del niño o niña nos interesa saber? ¿Qué nos cuenta del infante?¿Qué le ocurre y cómo podrá beneficiarse a través del espacio de ayuda?

Por nuestra parte a través de los mediadores corporales, tales como la mirada, la voz y el gesto, utilizando las mismas estrategias que utiliza inicialmente la madre-padre para entrar en relación con su hijo o hija.

De este encuentro con el otro o con los otros, la contención y el sostén corporal en las actividades lúdicas (juegos placenteros) permitirán al infante ir tomando conciencia de sus límites e ir construyendo un continente psíquico en relación a sus experiencias internas.

El énfasis de nuestra mirada estará en el uso que hace de su cuerpo, los apoyos, el eje, el equilibrio, la coordinación, las posturas y como todo ello está presente en las relaciones y en su evolución.

Fijaciones, repeticiones, rechazos, inhibición, miedos, transgresiones, defensas excesivas (lenguaje), exceso de movimiento (Las manifestaciones de angustia y su evolución)

La capacidad para jugar, simbolizar, representarse, hablar, comunicar, el place ( reaseguración)

Estos ítems de observación psicodinámica, nos permitirán elaborar una hipótesis sobre su biografía, identificar el origen o el malestar – angustia expresadas en el presente-hoy.

Esta observación atenta e interactiva nos permite ver al infante y su familia desde su historia inicial y también quienes son hoy, cómo funcionan o bloquean qué arrastran y lo principal con qué recursos o potencialidades cuentan. Qué pueden, qué desean.

Como psicomotricistas ponemos el acento en el hoy, en lo que tienen, en los recursos que los sostienen y no en sus carencias o síntomas.

Por lo tanto, la calidad del vínculo terapéutico influirá en el desarrollo y resultado de la atención.

Y como una gran receta culinaria necesitaremos de unos ingredientes – premisa fundantes:

Generar confianza.

Identificar la dificultad o acurar el diagnostico

Resolver conflictos o generar momentos para que esto ocurra.

Plantear objetivos a corto plazo y a largo plazo

Ser empático/a

Ser sincero/a lo largo de la atención.

Para finalizar y agradecida por vuestra escucha me agradaría acabar con una pequeña reflexión.

Vivimos hoy en una sociedad que se pregunta y cuestiona sobre métodos de crianza, sobre el respeto, las emociones, los afectos, los esfuerzos… una sociedad que tiende poco a poco a la soledad, a la búsqueda de la propia satisfacción, una sociedad informatizada, una sociedad que sobrevive…

Vivimos hoy en una sociedad poco armónica con muchos avances en ciertos aspectos, pero con muchas carencias y soledad.

Los cuerpos albergan dialécticamente historias pasadas y presentes, olores impregnados en nuestras narices que nos permiten viajar a épocas muy antiguas, difícil de darle forma desde el pensamiento, una música que te emociona o un sabor que te transporta a la niñez.

Sonreímos o nos entristecemos cuando se activa el recuerdo, pero ¿Dónde se activa en el pensamiento, en la piel en la sangre?

El corazón late más fuerte y solo tú lo sientes, ese olor…esas palabras…en ocasiones decimos algo que no sentimos o deseamos algo que no hacemos…todo esto tan común y tan complejo está ligado a nuestras historias vinculares

“El cuerpo no engaña, 
el cuerpo cuenta,
el cuerpo guarda en lo más profundo de su ser la historia vincular.”

“ESCUCHALO”

                                                                                                           Silvia N.López 

                                                                                Psicomotricista del CDIAP del Maresme

                                                                                                             Octubre-2024